La 
 investigación en la acción es un método de investigación cualitativa que 
 se basa, fundamentalmente, en convertir en centro de atención lo que ocurre 
 en la actividad docente cotidiana, con el fin de descubrir qué aspectos 
 pueden ser mejorados o cambiados para conseguir una actuación más satisfactoria.
En torno a la investigación-acción 
 aplicada a la educación, se han creado movimientos diversos, caracterizados 
 todos ellos por el predominio de la praxis. Se puede mencionar de manera 
 especial la aportación de L. Stenhouse, quien introduce la concepción 
 del maestro investigador, y su discípulo y colaborador, J. Elliot. 
 Estos autores propugnan que el docente pueda llevar a cabo una investigación 
 sistemática sobre su propia acción educativa con el objetivo de mejorarla. 
 Desde esta óptica, el docente integra los roles de investigador, observador 
 y maestro. Heredera de la investigación-acción es la corriente abanderada 
 por D. Schön, quien en 1983 expone su teoría de la práctica reflexiva, 
 en la cual aboga por un docente que reflexione de modo permanente sobre 
 su práctica de enseñanza con el fin de transformarla. 
Las herramientas básicas para poder 
 llevar a cabo una investigación sobre la acción educativa propia son la 
 observación y el diálogo con otros profesionales o entre investigadores 
 y docentes, llevados a cabo de modo sistemático y registrado. De este 
 modo, pueden triangularse los resultados obtenidos, esto es, pueden 
 someterse a control cruzado los puntos de vista de profesores, estudiantes 
 y observadores). Es, pues, una investigación cooperativa. Los instrumentos 
 más empleados para  la recogida de datos son el diario del profesor,
 diario de aprendizaje, el informe de clase, la grabación de 
 clases, entrevistas a personas implicadas en el proceso, discusiones en 
 grupo, la creación de un portafolio (tanto del profesor como del 
 aprendiente), etc.

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